Sunday, August 26, 2007

En mí otros se enamoran.
26/8/07


En mí las palabras brotan y cuento tantas cosas que me enredo entre hilos invisibles, y brotan arañas de seda que me aprietan el cuello y me sueltan el alma, arácnidas presencias que van tejiendo la existencia felicita y la presencia amatista. En mí, como cuando llegaban las mareas de otras frases, un río de sentido cae desde las cascadas inocentes dejando a su paso piedras poesía y peces de colores, y me siento lleno de todo cuando canto un rostro, una mirada, un gemido. A veces pienso que no estoy solo ni que la soledad existe, ya que todo parece estar detenido para que lo escriba y lo muestre desde mis ojos sin ángulo ni juicio.
A puro son de tierra me sabe la vida, a guitarras revoleras que cantaoras bailarinas danzan mientras vibra la cuerda bucal de mis instancias, porque en mí aquellos que vienen de atrás se transforman en seres espectrales y aquellos que vienen de adelante se vislumbran como fantasmas que se agobian de su propia ausencia, de la fatalidad hirviente que nos mide el tiempo y las arrugas en el pecho.
En mí otros se enamoran, y se conocen en los bares de mi memoria y se besan cuando les hago un alba entre mis párpados, se abrazan mientras mis venas dejan correr la sangre de su sangre y en el momento justo en que beso una boca de ciruela, un cuello de guanábana, un pelo de uvas frescas, ellos se transforman en amantes simultáneos y espejos rotos se unen en las pieles y músicas de vientos atraviesan mis oídos. En mí ellos dan serenatas sobre balandros y se toman de la mano para cruzar parques fríos y primaverales, se tocan en la punta de la nariz con helado de flores amarillas y cambian de parecer cuando seducen sus propios corazones, y algunos se casan para ser familia de mis segundos bien gastados y otros separan sus cuerpos cuando cansado me acuesto sobre una cama de plumas blancas. Y ahí sueño, ahí me convierto en una deidad perfecta que los mira sobre sus coronas y les susurra imágenes que no entienden y sinfonías que nunca bailan, les muestro una realidad que me venden en paquetes de frunas y rollos de papel higiénico y les enseño odas para que cuando vuelvan sobre mis senderos se acuerden que alguien también los quiere.

Lo peor viene es cuando despierto y veo tu sombra mutilada por la distancia y tus labios metidos en una sombra de claveles, lo más siniestro me acontece cuando sé que yo no me enamoro porque mi cariño se aleja entre los climas indescifrables de esta ciudad ahuyentada, salida por los cristales de su cansancio y secreta entre los muros secos y lientos.

En mí otros se enamoran. Y siempre somos tú y yo vestidos de todas las maneras y parados en todos los lugares. Y ahí entonces lloro, lloro porque tu amor sin límites se encasilla en mis romances intimistas, silenciosos, infinitos.
En mí otros se enamoran y ya lo sabes. Cuando me sueñas estoy besando todas tus presencias y queriendo que en ellas tu realidad aparezca.

Sunday, August 12, 2007

Elegía cívica para una despedida

Las estrellas me contaron una noche al oído que los planetas prometían a sus enamoradas traer siempre trigo, fuego, aire, agua. Las galaxias, atestadas de brillantes emociones, se quedaban esperando en el correr de los instantes y así morían y volvían a nacer, dando alargada a la cita final de su encuentro amoroso con un ser de tierra y piedra, de riachuelos y humos, con una bola pesada que daba vueltas alrededor de los días que contaminaban el almanaque desorientado de mi vida. Los planetas eran putos y las galaxias eran vírgenes.

Nadie dijo lo contrario hasta que apareció la vida.
Ella dijo que en el pasto cabían huellas y que en el mar se podía nadar,
que el dulce podía hacer alucinar y que las nubes opacarían la visión en las montañas. Habló de los pájaros como escritos de viento y dibujó durante más de mil anacronías un retrato de toda su intimidación personalizada.

Estaba loca esa señora.
Un día salió a dar un paseo a través de las esquinas llenas de inquietudes y terminó caminando rumbo al vacío más cercano,
lo busco entre los tubos de media pulgada
y en las enaguas de una mujer con boca cereza
de piernas perfectas para un cuadro sin movimiento.

Se cansó de andar los tramos de existencia
con el vapor de su cansancio en las entrañas,
de buscar la ausencia que le diera valías baratas a su camino, a su trayecto andado con la energía desgastada.

Se acordó de toda la mamera del mundo.
Y lo único que atinó como solución fue enamorarse.
Sí, la vida amaromada con otro –ensoñó aquello—
uno que suba calesas en la trocha interlunática
y que haga rosas por bultos
para mantener dulces las sandías,
no,
sería mejor uno que hablara sin parar de la muerte de los colores
y del aborto de las distancias,
que viniera y te enamorara como el trilio hace con el grillo
o como las nenas hacen con los tigres,
un galán hecho concreto y ojos de cristal,
ciudad entera húmeda en la lengua,
caballero de arreboles en pinceles azulados. Eso era, eso.

Si la vida se va con su parejo que caiga la belleza en mi ceguera
como lava fría
porque soñé que la nieve ardía y que el fuego se helaba,
vi en las elucubraciones de mis noches
un maniquí amarillo metido en un armario de loca,
después sentí el olor de los cuervos y la sed del muerto
con el peso de la hoz en la corona y la sangre,
volátil vid alocada por los besos,
la sangre corrió por el mauyido de los gatos y la oscuridad se fue tragando poco a poco las instancias más particulares de tu rostro, se fue metiendo entre su hocico enemigo de la luna un pedazo de tu labio más carnal y se engulló con mutismo un ojo, el ojo, preciso por el que veías la ternura de los claveles y el cromo de las águilas, preciso por donde te entraba la imagen de ese individuo que buscabas, vida, allí en ese filo pupiloso murió degollado tu carnaval carcajeado de caníbales.
Y lo viste todo impávida como una piedra milenaria.
Se te notaba los siglos en la espalda
y los días en el tono del agua que brotaba de tu llanto impecable y ventajoso.
Te deprimiste por el primer viaje también.
Lo recuerdo como si fuera ayer.
Nos fuimos en un barco a través de un mar desconocido,
remábamos mirándonos,
estrellados en la presencia impecable de cada uno,
tú con aquella gracia distinguida y sin prejuicios de nada,
yo con el miedo arriba de la garganta,
sofocado y destilado por las nebulosas del cariño sin menciones.

Cruzamos el descubrimiento de América y regresamos a una ciudad comprometida con todo.
Los edificios olían a pegante y la gente salía con sueldos que no gastaban en su descanso de una hora,
había por comida elefante,
de postre helado mentecato
y para fumar un poste negro,
corroído por el aceite y el humo de los trasnochos
que padece esta urbe frenética sin rostro.

Tú igual dijiste que nos volviéramos a ir,
y por eso fue mi traída de la nube y el consorcio con la distancia.

Primero fui al cielo y hablé con una neblina egoísta
que me atendió mientras se masturbaba con la luz,
me recomendó una que venía del Asia en busca de amores tropicales
y a ella fui a parar.
Te la traje para que volemos juntos de esta Tierra
que ofrece mucho y mata mucho.

Para bajar en ella hasta tu casa
y poder entrar por la ventana
sin que te despiertes
me tocó hacer un negocio con la distancia.

Sólo poder tocarte con letras y letras y más letras
teniendo paciencia para no volver mi papel enemigo
ni mi pluma una bala perdida en la boca.

Estamos tan cerca y tan lejos…

Yo me quedo acá impregnado en estas sombras
de tus frases cotidianas para amar alguno,
y esclarezco el misterio de una vez portadas
de la melancolía enajenada, privada y lenta
que me sube caminando
la mar arriba del rostro.

Hasta luego marinera de ocho buques hechos trigo.
Al otro lado del mundo
siempre
tu escribano forastero.

Thursday, August 02, 2007

Así mejor

Mambo.
Maraca de ladrillo y rasta sonriente.
Aplausos.
Cámara y una polaroid desenfrenada quema memoria en tres instantes.
Conteo de uno,
dos humos sobresalientes,
seis hechos vestidos de armadura nebulosa.

Primer escenario.
Voces ahogadas y forradas en plomo,
tonos coralinos con cáscara de playa.
Relax y belleza, arena y sapiencia de coronas mal jugadas,
historias que unen palabras y sueños cual nudo marinero
que desenlaza en naufragio.

Segundo escenario.
Pompas de jabón y olor a nicotina naranja.
Bar Rayuela de cielos impávidos colosos
con cuadros de Mucha y Lautrec decaídos
por un opio de torre Eiffel. Música corre espantos,
cantaora y striper lenta al unisón,
en prendas sofocadas por el ansia un cuadro ajedrecista nacarado
recibe las espaldas de amaromados amantes
que arrastró el viento suculento.
Beso. Labios y lenguas. Orgía tricolor.

Tercer escenario.
Actriz uno abre la puerta y observa el tapete turco
lleno de poemas invisibles.
Actriz dos entra pro la cocina y se frita una pechuga
junto con la pupila derecha.
Lástima la ceguera y el aburrimiento.
Qué malo la demencia y qué bueno Santana atorado en las gargantas,
desabrido en arco iris de estética obtenida
por los apagones de la circunstancia.
Black Magic Woman de nupcias con Merlín
camina erótica en el rostro de la dama
con sabor a cereza. Qué pena varita mágica.
Qué nostalgia de estrellas y sombreros.

Carne de cañones hechos corazones,
huesos atrapados en el sinfín de la lujuria y el centro del amor.
Dos seres se estrellan en una película sin director
y desembocan en el vértigo criminal y vital
de la imaginación del otro.
Cada uno un instinto.
En conjunto que corran ya las mariposas y los albatros.
Que huya el cielo de tarde llanera que les unta la garganta.
Amor, sin direcciones, amor.

Cuarto escenario.
Faldas vueltas pantalón y esperanzas creadas sin furor
se vierten lentamente en la boca
que procesa tus palabras.
Caminata de poesía y brújulas perdidas,
el sendero vacío de llegadas y repleto de partidas
promete la música de nuestra Vida,
de la única catártica angustia que es placentero vivir.

Quinto escenario.
Alguien dice que si el agua fuera sentido
las gotas contarían mitos de las calles
y esta lluvia de la tarde sería oda barcarola
de rapsodas esfumados en la calamidad de las neblinas.
Acá solo sol. Allá tormenta derruida por desiertos.

Sexto (sexo) escenario.
Dos locos ríen de su universo intimista
y lo derrochan ensoñando sus cadenas de vocales
y frases entorchadas en el sumo de la vid y la cebada.
Dos seres que no actúan porque su sinceridad mutua
se llena de misterios.
Interesante.
Igual que lanzar un dardo boca arriba
para saber que antes del despertar
hay que tener los ojos muy abiertos.

Pero mejor sigamos durmiendo.
yo con tu sabor a fruta fresca
y tú con mi sombra lunática.
Así mejor, amor.
Así mejor.