Sunday, August 26, 2007

En mí otros se enamoran.
26/8/07


En mí las palabras brotan y cuento tantas cosas que me enredo entre hilos invisibles, y brotan arañas de seda que me aprietan el cuello y me sueltan el alma, arácnidas presencias que van tejiendo la existencia felicita y la presencia amatista. En mí, como cuando llegaban las mareas de otras frases, un río de sentido cae desde las cascadas inocentes dejando a su paso piedras poesía y peces de colores, y me siento lleno de todo cuando canto un rostro, una mirada, un gemido. A veces pienso que no estoy solo ni que la soledad existe, ya que todo parece estar detenido para que lo escriba y lo muestre desde mis ojos sin ángulo ni juicio.
A puro son de tierra me sabe la vida, a guitarras revoleras que cantaoras bailarinas danzan mientras vibra la cuerda bucal de mis instancias, porque en mí aquellos que vienen de atrás se transforman en seres espectrales y aquellos que vienen de adelante se vislumbran como fantasmas que se agobian de su propia ausencia, de la fatalidad hirviente que nos mide el tiempo y las arrugas en el pecho.
En mí otros se enamoran, y se conocen en los bares de mi memoria y se besan cuando les hago un alba entre mis párpados, se abrazan mientras mis venas dejan correr la sangre de su sangre y en el momento justo en que beso una boca de ciruela, un cuello de guanábana, un pelo de uvas frescas, ellos se transforman en amantes simultáneos y espejos rotos se unen en las pieles y músicas de vientos atraviesan mis oídos. En mí ellos dan serenatas sobre balandros y se toman de la mano para cruzar parques fríos y primaverales, se tocan en la punta de la nariz con helado de flores amarillas y cambian de parecer cuando seducen sus propios corazones, y algunos se casan para ser familia de mis segundos bien gastados y otros separan sus cuerpos cuando cansado me acuesto sobre una cama de plumas blancas. Y ahí sueño, ahí me convierto en una deidad perfecta que los mira sobre sus coronas y les susurra imágenes que no entienden y sinfonías que nunca bailan, les muestro una realidad que me venden en paquetes de frunas y rollos de papel higiénico y les enseño odas para que cuando vuelvan sobre mis senderos se acuerden que alguien también los quiere.

Lo peor viene es cuando despierto y veo tu sombra mutilada por la distancia y tus labios metidos en una sombra de claveles, lo más siniestro me acontece cuando sé que yo no me enamoro porque mi cariño se aleja entre los climas indescifrables de esta ciudad ahuyentada, salida por los cristales de su cansancio y secreta entre los muros secos y lientos.

En mí otros se enamoran. Y siempre somos tú y yo vestidos de todas las maneras y parados en todos los lugares. Y ahí entonces lloro, lloro porque tu amor sin límites se encasilla en mis romances intimistas, silenciosos, infinitos.
En mí otros se enamoran y ya lo sabes. Cuando me sueñas estoy besando todas tus presencias y queriendo que en ellas tu realidad aparezca.

Sunday, August 12, 2007

Elegía cívica para una despedida

Las estrellas me contaron una noche al oído que los planetas prometían a sus enamoradas traer siempre trigo, fuego, aire, agua. Las galaxias, atestadas de brillantes emociones, se quedaban esperando en el correr de los instantes y así morían y volvían a nacer, dando alargada a la cita final de su encuentro amoroso con un ser de tierra y piedra, de riachuelos y humos, con una bola pesada que daba vueltas alrededor de los días que contaminaban el almanaque desorientado de mi vida. Los planetas eran putos y las galaxias eran vírgenes.

Nadie dijo lo contrario hasta que apareció la vida.
Ella dijo que en el pasto cabían huellas y que en el mar se podía nadar,
que el dulce podía hacer alucinar y que las nubes opacarían la visión en las montañas. Habló de los pájaros como escritos de viento y dibujó durante más de mil anacronías un retrato de toda su intimidación personalizada.

Estaba loca esa señora.
Un día salió a dar un paseo a través de las esquinas llenas de inquietudes y terminó caminando rumbo al vacío más cercano,
lo busco entre los tubos de media pulgada
y en las enaguas de una mujer con boca cereza
de piernas perfectas para un cuadro sin movimiento.

Se cansó de andar los tramos de existencia
con el vapor de su cansancio en las entrañas,
de buscar la ausencia que le diera valías baratas a su camino, a su trayecto andado con la energía desgastada.

Se acordó de toda la mamera del mundo.
Y lo único que atinó como solución fue enamorarse.
Sí, la vida amaromada con otro –ensoñó aquello—
uno que suba calesas en la trocha interlunática
y que haga rosas por bultos
para mantener dulces las sandías,
no,
sería mejor uno que hablara sin parar de la muerte de los colores
y del aborto de las distancias,
que viniera y te enamorara como el trilio hace con el grillo
o como las nenas hacen con los tigres,
un galán hecho concreto y ojos de cristal,
ciudad entera húmeda en la lengua,
caballero de arreboles en pinceles azulados. Eso era, eso.

Si la vida se va con su parejo que caiga la belleza en mi ceguera
como lava fría
porque soñé que la nieve ardía y que el fuego se helaba,
vi en las elucubraciones de mis noches
un maniquí amarillo metido en un armario de loca,
después sentí el olor de los cuervos y la sed del muerto
con el peso de la hoz en la corona y la sangre,
volátil vid alocada por los besos,
la sangre corrió por el mauyido de los gatos y la oscuridad se fue tragando poco a poco las instancias más particulares de tu rostro, se fue metiendo entre su hocico enemigo de la luna un pedazo de tu labio más carnal y se engulló con mutismo un ojo, el ojo, preciso por el que veías la ternura de los claveles y el cromo de las águilas, preciso por donde te entraba la imagen de ese individuo que buscabas, vida, allí en ese filo pupiloso murió degollado tu carnaval carcajeado de caníbales.
Y lo viste todo impávida como una piedra milenaria.
Se te notaba los siglos en la espalda
y los días en el tono del agua que brotaba de tu llanto impecable y ventajoso.
Te deprimiste por el primer viaje también.
Lo recuerdo como si fuera ayer.
Nos fuimos en un barco a través de un mar desconocido,
remábamos mirándonos,
estrellados en la presencia impecable de cada uno,
tú con aquella gracia distinguida y sin prejuicios de nada,
yo con el miedo arriba de la garganta,
sofocado y destilado por las nebulosas del cariño sin menciones.

Cruzamos el descubrimiento de América y regresamos a una ciudad comprometida con todo.
Los edificios olían a pegante y la gente salía con sueldos que no gastaban en su descanso de una hora,
había por comida elefante,
de postre helado mentecato
y para fumar un poste negro,
corroído por el aceite y el humo de los trasnochos
que padece esta urbe frenética sin rostro.

Tú igual dijiste que nos volviéramos a ir,
y por eso fue mi traída de la nube y el consorcio con la distancia.

Primero fui al cielo y hablé con una neblina egoísta
que me atendió mientras se masturbaba con la luz,
me recomendó una que venía del Asia en busca de amores tropicales
y a ella fui a parar.
Te la traje para que volemos juntos de esta Tierra
que ofrece mucho y mata mucho.

Para bajar en ella hasta tu casa
y poder entrar por la ventana
sin que te despiertes
me tocó hacer un negocio con la distancia.

Sólo poder tocarte con letras y letras y más letras
teniendo paciencia para no volver mi papel enemigo
ni mi pluma una bala perdida en la boca.

Estamos tan cerca y tan lejos…

Yo me quedo acá impregnado en estas sombras
de tus frases cotidianas para amar alguno,
y esclarezco el misterio de una vez portadas
de la melancolía enajenada, privada y lenta
que me sube caminando
la mar arriba del rostro.

Hasta luego marinera de ocho buques hechos trigo.
Al otro lado del mundo
siempre
tu escribano forastero.

Thursday, August 02, 2007

Así mejor

Mambo.
Maraca de ladrillo y rasta sonriente.
Aplausos.
Cámara y una polaroid desenfrenada quema memoria en tres instantes.
Conteo de uno,
dos humos sobresalientes,
seis hechos vestidos de armadura nebulosa.

Primer escenario.
Voces ahogadas y forradas en plomo,
tonos coralinos con cáscara de playa.
Relax y belleza, arena y sapiencia de coronas mal jugadas,
historias que unen palabras y sueños cual nudo marinero
que desenlaza en naufragio.

Segundo escenario.
Pompas de jabón y olor a nicotina naranja.
Bar Rayuela de cielos impávidos colosos
con cuadros de Mucha y Lautrec decaídos
por un opio de torre Eiffel. Música corre espantos,
cantaora y striper lenta al unisón,
en prendas sofocadas por el ansia un cuadro ajedrecista nacarado
recibe las espaldas de amaromados amantes
que arrastró el viento suculento.
Beso. Labios y lenguas. Orgía tricolor.

Tercer escenario.
Actriz uno abre la puerta y observa el tapete turco
lleno de poemas invisibles.
Actriz dos entra pro la cocina y se frita una pechuga
junto con la pupila derecha.
Lástima la ceguera y el aburrimiento.
Qué malo la demencia y qué bueno Santana atorado en las gargantas,
desabrido en arco iris de estética obtenida
por los apagones de la circunstancia.
Black Magic Woman de nupcias con Merlín
camina erótica en el rostro de la dama
con sabor a cereza. Qué pena varita mágica.
Qué nostalgia de estrellas y sombreros.

Carne de cañones hechos corazones,
huesos atrapados en el sinfín de la lujuria y el centro del amor.
Dos seres se estrellan en una película sin director
y desembocan en el vértigo criminal y vital
de la imaginación del otro.
Cada uno un instinto.
En conjunto que corran ya las mariposas y los albatros.
Que huya el cielo de tarde llanera que les unta la garganta.
Amor, sin direcciones, amor.

Cuarto escenario.
Faldas vueltas pantalón y esperanzas creadas sin furor
se vierten lentamente en la boca
que procesa tus palabras.
Caminata de poesía y brújulas perdidas,
el sendero vacío de llegadas y repleto de partidas
promete la música de nuestra Vida,
de la única catártica angustia que es placentero vivir.

Quinto escenario.
Alguien dice que si el agua fuera sentido
las gotas contarían mitos de las calles
y esta lluvia de la tarde sería oda barcarola
de rapsodas esfumados en la calamidad de las neblinas.
Acá solo sol. Allá tormenta derruida por desiertos.

Sexto (sexo) escenario.
Dos locos ríen de su universo intimista
y lo derrochan ensoñando sus cadenas de vocales
y frases entorchadas en el sumo de la vid y la cebada.
Dos seres que no actúan porque su sinceridad mutua
se llena de misterios.
Interesante.
Igual que lanzar un dardo boca arriba
para saber que antes del despertar
hay que tener los ojos muy abiertos.

Pero mejor sigamos durmiendo.
yo con tu sabor a fruta fresca
y tú con mi sombra lunática.
Así mejor, amor.
Así mejor.

Sunday, April 22, 2007

al otro lado

Por: Andrés Castaño

Es…

…Es como un vacío en el pecho, como una danza de hierro que cruza de mi corazón a mi vértebra, como una piscina sin agua en la que sólo hay pájaros muertos, como una botella de rabia llena de sangre, como un disparo lento y tortuoso que destruye hasta la fibra íntima, como mil tigres quemados porque sí, como el viento tóxico que ya no se reconoce a él mismo, como la selva sin árboles ni ríos, como la Tierra sin dolor y sin placer, como la carne insensible que se derrite en el ocaso de la vida, como un vidrio roto que destruye otro cristal, como algo, algo que no se cómo llamar, tal vez por falta de palabras o de poesía o por la carencia de inspiración para estas líneas, no lo se pues es como el mar sin olas y sin arena y sin palmeras para cubrirse. Es como yo todo, es como tú eso que no conozco. Lo peor es que ya no me esfuerzo por resolver tus enigmas, es como haber entrado por una puerta y desembocar triste en otra calle.

Saturday, April 14, 2007

El deseo complejo

Por: Andrés Castaño


Mina ironía de palabra.
Oníricos casquetes en llamas de polvareda ausente
que disparan espejos de imágenes
en cañones de plumas desplumadas.
Dentífrico de versos y arte de caminantes
que vuelan al cronos de piezas una manecilla loca.
Hoy caemos muertos
y hablamos para adentro.

Preguntas (lagunas)
Respuestas (senderos)
En eso llegó el papel silencioso que desee imaginando
la pintura del Antedelantista,
regada por copas oda en corola
y bebida por cuencas y sesos:
cerebro en volcán desesperado de trilios y claveles concretados.

Paso atrás en nombre de tu corazón,
visión que llega de lo alto,
la infinitud es un kilómetro de huesos.


Corramos junto a las bailarinas que olviden el quieto
naciendo entre los vientos y brillando cual oro
en la eternidad de Helios,
burbujeante, sangre atiborrante,
desnuda beba mujer,
desnuda emprenda.
Hoy caemos locos
y hablamos con un puñado de ceniza y electrodos en la boca.

Mina ironía a la palabra,
cuestión de ocultar y pelar el cobre,
asunto de valientes y miedosos.
Tiemblan las carnes ya muerta una causa,
no importa, no llega.
Todo es un poema.
¿Es esta la gran oda que esperabas?
Sí.
Sepúltate de vida y nace una frambuesa.

Deseo sin sexo ni carnes o nervios.
Al otro lado de la orilla
siempre
tu alteridad pagana.
Por. Andrés Castaño



La despedida del poeta


Leyendo poemas
Llegan trenes desde páginas habanas
Entrando sin gloria ni cierto en un túnel
Sentido en ocasiones como el sema de anémonas vagones.

Entre renglón y renglón
mil rieles cruzan la nación de mis paredes
sofocando el destino de dos segundos ya seguro;
en mí auroras de colores y primaveras bailarinas;
mas esto, mas ello,
resultado sin final
es la amalgama de mis versos y los tuyos,
magia metida entre dos puertas,
bloque pergamino que olvidó ya las cavernas.

Una caracola de escaleras me busca en la frente;
allí siguen los trenes, míos y de todos sin momento,
tuyos en el arrebato de los versos y del mundo
cuando carne huesos y ojos que porto sólo sean liento.

Sentado siempre empuñando el cálamo
Parado hoy trazando el mapamundi de mi orbita
Corriendo, Corriendo, caminos infinitos de eslabones mariposa.
Poesía infantil juvenil y senil. Sin tiempo.
Como dijo el gaucho ciego
La vida no es el recorrido de los nervios.
Ironía de hilaciones nunca Aracne
Hoy escribo un cosuelo más para olvidar las sensaciones.
Todo yo ahora una mácula de viento.

Tuesday, April 10, 2007

Carta para la turista (mi mejor poema)

Por: Casino Black-pokar


Te regalo mis ojos metidos en cajas de terciopelo tigresco y te digo que los pongas en una rue parisina o en un guetto de Ámsterdam, te los doy con la mano cerrada porque ayer las abrí para liberar pájaros y un águila con pico de cuervo tocó la lira que silenció mi tacto al tiempo que mi relato se derritió en una huella digital de barro y polaroids borrosas.

Levántate en las mañanas cuando estés al otro lado y mira el cielo para buscar la grandeza del caos hermoso y bañado en aceite en el que vives, observa debajo del asfalto y allí encontrarás la primera letra de un poema, busca en la punta de un clarinete y una espuma blanca será el mapa que deseas, después señala puntos cardinales y parte en cuatro el cuerpo, dale a cada uno lo que es suyo y la unidad transgredela, déjala en una matera que entierra cucarrones.

Al caminar por Oslo y beber en Londres, mira debajo de los párpados y tras las puertas de las fábricas de chocolate, si estás de suerte un amante Romeo te enseñará sin desnudarse el olor del amor y el sabor de la sopa-novia, si estás bajo la falda de una escalera o en la boca de un gato ciego, de pronto te encuentras al Diablo violando a María mientras Jesús ebrio se come las uñas del miedo.

No importa todo esto, aun así ya eres un semáforo pervertido por la primavera y la mierda de las torcazas, rojo para quien llega con la boca y la nariz dormidos, amarillo amarillo amarillo, desierto que nació de un pincel afortunado en las manos de un drogadicto que mata musas, verde colino y verde oliva, naturaleza furtiva, vomito de dios que huele a margaritas y tierra suave, un cactus es un drelo que se carbura en el silencio y un río se trae entre su fondo el espejo de la eternidad en mil pedazos.

Turista hermosa, en cada baleta guardas el mapamundi que recorres con un brinco espabilado, saltas de Berlín a Barcelona y de Portugal a Reino Unido, olvidando el pasado que trae contigo el comienzo de una gran historia que escribiste en la ciudadélica de mis palabras, estas que se levantan como abejas cuando la miel de tus ojos las endulza, las mismas que me repiten que no muero tras los huesos y los músculos. Soy inmortal, pero te vas para nunca más volver igual. Te digo esto acá en frases de agua-sal sabiendo que puedo mentir al decir mira esos diamantes y aquellos cristales. Menos mal son palabras mi Laura, menos mal son fantasmas.
Mi mejor poema nunca lo escribiré en papeles porque por el Centro ya lo llevo de la mano y me da besos con sabor a danza y lágrimas.
Mi mejor poema eres tú.

Des-cuadrado

Por: Casino Black-pokar



Des-cuadrado

En esta realidad, tan parecida al agua, hundimos todos los pies y las manos, para secarnos después parsimoniosamente con el velo del olvido y el azar.
Acá en la ciudad se vive en una laguna picha, los ojos nos parquean en la línea amarilla de los cuadros y éstos nos acontecen la vida con cadenas sueltas e invisibles. Al fin y al cabo eslabones apretados por la velocidad, nos ponen las manos color vino de beberse nuestra sangre y venden esclavos con moños de tela en la garganta para trabajar en minas de papeles y signos; y al fin y al cabo nostalgia es todo esto, además de culpables ciegos y fuera de todo mudos, con el sentido encerrado en una caja de vidrio que viene traída de un país incierto:
[Mutisma.


En el reflejo del espejo cada día se desfigura más mi imagen, no siendo asunto del tiempo, sino de cuadriculas perdidas en la pared y la sombra de cada gota de alegría y energía, como si desbordarme en un río de peticiones al mundo fuera el pecado mortal de la vida. Hay cosas que solo nosotros entendemos, fuerzas galácticas que entran por la puerta abierta de la frente y la piel, transponiendo una materialidad al collage de caóticos colores que habita como una cometa en el centro de nuestro ser.
Afuera pueden ser piélagos de un mar visto mil veces y adentro, ese cosmos infinito, es una pelota de lana que se cristaliza en el abrazo de un disparo de lengua rojas con su víctima.
Descuadrado sigo en el rigor de esta parafernalia sin sentido. Transgredido, todo desadaptado al instante de ser apto.
Así es el mundo y de igual manera sus Visores y Sensores.
Tan lunáticos en el rompecabezas de los días
que duran una eternidad armándose entre abstractos.

Sunday, March 25, 2007

Al Poeta del Mundo

Por: Andrés Castaño.


Si resuenan las banderas y la épica se hunde en los maderos de un barco oscuro perdido, será clamor tu mirada, hombre caminante y conductual, será incendio en la vorágine nauseabunda que te rodea y abraza. Llamarada en tu sangre un amor fundó, tal vez, por temores a la pluma que culpaste de tu desgracia, la misma que colabora como espada que lancina y antorcha que ilumina noches.
Nocturno perdido pero nunca esclavo, batalla permanente, nunca deslumbrado con la parafina eterna del tiempo ni cercano a la misericordia; gato ciego, andas tus huellas en la sombra de las mismas y gritas en corzo la podredumbre de las manzanas que te lanzaron y comiste. Hoy te caes valorado por morados balines y lanzas de terciopelo para morir coronado por Lucifer y Buda en el caldero de agua fría que te espera fatigado de locuras y con vahos melancólicos espesos; carabina de casquillos, disparas estrellas de opio y olvido para volver poema un hombre, y te recargas con esperanza y dolor, rapsoda del 2000, para luego volver a la carga con la boca llorosa y los ojos cerrados.

El mundo se aleja con sus montañas y en el silencio habita su éxodo lacrimoso, ya en tus venas un volcán ríe sobre las autopistas del destino, las infranqueables, esas que vomitas antes de que perplejo te ponga la avalancha. Solitario no caminas pues en ramos disecados, en simulacros envueltos por alas de cuervo rosa, te meces, parecido al reflejo que un espejo de septiembre te enseñó mientras comías la tierra con los dedos de hielo y azufre. Soldado quemado en las llagas ocres de la ambición, al tiempo que nombraste la palabra que te hizo grande abandonaste el minuto preciso en que comprendiste todo para nunca mas volver a entender; volátil máquina de huesos, ¿Por qué estiras la mano para fecundar belleza? No te creas, desnudo, el almíbar de la salvación; todo está perdido y ya lo aceptaste tatuando de cromo piel el símbolo diciente de lo que fuiste; sólo un hombre y polvo, apenas sentido y fatalidad hirviente.

Al poeta de la esfera de azul y verde lo acontece la catarsis mientras la neblina tóxica de la ciudadela le va matando el cristal de sus versos y le roba las uvas que alcanza bajo lo inestable de sus emociones; alegría pintada con óleo nacarado de hipocresía, ni juegues a intentar, sólo haz lo que venga, y a todos por igual, como si la muerte hubiera dejado su hoz en la sombra de los naranjos que perdiste mientras fumabas un río. La eternidad se pasea entre tus relojes; abandónalos; y la tragedia te la encuentras en la esquina cuando avanzas sin parar en este círculo ebrio de armonía y mar. Nada suicida, nada en las perlas que en su lúmina cegan tu nudo en la garganta.

Saturday, February 24, 2007

Carta a la bailarina

Febreo de 2007

Dicen que detrás del río hay un jardín de rosas negras y moras rojas. Hoy anduve perdido y encontré ese lugar que similar al paraíso me alumbró los ojos. Luz perfecta y llana, lúmina furtiva. Elevas percepciones y calmas muros. Morgue de mariposas que viajan a caer en las cascadas de plata, de oro, de tierra; ahora entro bajo la raíz de tus trilios, trópico invisible, me recibes con manzanas llenas de jalea y trigo seco.

Y detrás de ti, en las profundidades remotas y en tu última garganta, encuentro fragmentos de naturaleza muerta y de tigres blancos; me deleito con las frambuesas enterradas y con la piel de felino manto a la vez que compongo con el silbar una obra musical perfecta, de violines grillos y alacranes ocres.

Pero nada de esto me quita el agridulce de la nostalgia, esa que igual al ave quebrantada me llega en plumas sobre el rostro; y yo soplo, hablo poemas, para alejar las luciérnagas que dibujan tu boca y los vuelos que deletrean tu silencio. Paloma burbujeante de llanto y azúcar, pones tu nido en donde antes había latidos y sangre vulcana.

Salgo de la cueva y al instante mismo en que lloro parecido a los fantasmas, siento el aroma de las lágrimas secas por el poder de las palmeras y el sabor del viento que ni se palpa. Mi ojos se levantan y en lo cristalino fino del río aparece tatuada una bailarina, o bueno, su mirada, porque su cuerpo lógobre y triste y su baile épico y moderno, son todo esto, todas las hojas arco iris y los tallos de champaña, todas las ardillas de sabia y todas las panteras que bajo la vorágine llegan ocultas.

Tomo una piedra, a sabiendas que pesa más que un planeta, y rayo la poca de arena con una canción que es gemela del amor. Escribo las palabras que todo esto me enseñó y las leo en el sonido de la ocarina y musgo que mi perímetro emite. Alcanzo a decirle al par de ojos verdes que tengo de luna y de sol, que no olviden dar tibieza a mis movimientos y erotismo a mis recorridos. Y llega la noche, con uno de los iris cromo montaña, para alcanzar a ser testigo de esta agonía, de esta tortura. Porque paraíso que hay detrás del río, yo soy la mariposa que despliega sus alas coloridas y ya es momento de irme (¿o de quedarme?), de soledad buscar en otros fueros. Me sueltas pero un cordel soñado en eslabones de danza y versos nos unirá eternamente; mucho más allá de un centro muerto o de un poema incinerado algo más no habita.
Tal vez nosotros somos azules estrellas unidas en el misterio del tiempo que centelleamos esperanzas y selvas. Mi bosque unido de tierra y agua, mi dama laurantina, te quiero.

Sunday, January 14, 2007

Poesía en mañanas y percepciones que merecen el papiro.

Por: Andrés Castaño


A las palabras.
Un día cualquiera / 1 / 07

Y las palabras me liberaron como segueta que corta un eslabón.
Me deslicé imperceptible entre su oleaje intimista
y resulté pintado como obra abstraída,
cansada, sin presura de ojos videntes.

Cada sutileza negra impresa
liberó el ala azuleja de mis prisiones múltiples y al fin.
Al fin hubo vuelo propio sobre las cumbres y los Andes
fueron pocos para mi alce de ave fuerte.

Decidí recorrer las hojas, de helecho y de blancura.
Mi mundo de frente para atrás pidió su realidad
y las traiciones que dolían en el cardio
sacudieron lomos y omoplatos.
Las sutiles, perplejas, que desaforaban lo finito de mi mente,
no eran decepciones arrabales o lacrimosa fuente que rueda en rostros.
Todas ellas serán besos que en lo que ignoro de mí,
llegaron a una bailarina sin pisos ni hilos
con verdes llanuras que sucedían en sus cuencas y corporales odas.

Y los carmesí que corrían por mis venas se vistieron de licra sin destino
y todo mi torrente sanguíneo
quedó esperando el poema que lo sintiera.
Todo yo, fui escriba que distingue su sombra entre las líneas.




La caída de los dioses.
8/1/07



Buscando lo perfecto que no conversó Dios
hallé lo claro de la frontera;
y en batalla, podra y oscura,
diferencié para lo inmortal de mi propio tiempo
la pureza del sentido promulgado por el limbo de mi verbo
y lo lindo de lo audible.

Evoqué ensangrentado la daga de marfil
que atravesó el metril de un caballero sin hipo y luché,
luché saturado por la espina profeta que cegó años mis ojos encubiertos
en pulpa despojada de sabor y amargura.

¡Ah! La lava accedió por la llaga burbujeante de la pena, que,
tratando a la razón como greda, buscó una deidad que toda sapiencia fuese
y que la lira crease desde el cedro hasta la armonía.

Primero fue el Olimpo
que ante mi egocéntrico narcisismo
se desfalcó en bruma de poemas mal cantados.
Después arribo el judío, con las barbas populares en dorados
y las palmas de palomas, con las manos llenas de disparos
que su promesa había causado.
El tiempo escrito y de lenguas para abajo
le regaló la mitad de la historia y dos robles atravesados
fueron su signo en el mundo.
Todos condenados por el altar nacarado
y listos para derramar la vida en tinajas de magia sin estilo.

Y un día sin rumbo claro, esperando la bofetada lenta de una tarde en septiembre,
apareció ante mí la Tierra, confinada por los cerros
que son viga de mi urbe y comparada,
exaltada, escondida por los pilares de cemento y cristal,
me dijo que mi experiencia de vida era un estallar del cosmos
en una botella saturada de caricias del pacifico.

Me susurró flagrante, saboreada, sexual,
que los momentos, todas aquellas obras del instante mortal,
eran pincelazos de la demencia coherente y la realidad encendida en pedestales.

Así que, navegando en la impresión que en mi garganta y genio se destilaba,
supe que la religión es el puerto de reposo del misterio
y que los dioses,
son seres,
que soportan una calamidad más allá de lo humano.

Y también conocí,
en lo que podría llamar la inefabilidad o el rugido de un león,
al dios que de estrellas nos observa, travestido de océanos y junglas,
alocado en huracanes y sediento en el desierto amarillo de flagelos
y rojo del olvido.

El sentido es el centro inquieto de toda causa escapada
y produce espectros, que locos, a todo un millar de mentes reúnen
para en coro gritar un genocidio de lo puro.
Dioses. Apenas comas en la planicie de una hoja.
Siempre brillantes.
Tanto, que ciegan.