Tuesday, March 24, 2009

Por Ernesto Kiyoti


   Nunca es demasiado tarde para volar sobre los trigales en un avión rojo. Nunca es demasiado temprano para saber cuando vas a morir o a qué horas te enamorarás de nuevo. Nunca es demasiada la mañana para darse cuenta de que un azul no es azul y para conocer todo el mundo que despierta. Nunca es demasiada la noche para la fiesta que espera en cada esquina y nunca es demasiada la locura como para decir que estamos locos, que no hay nada que hacer. No hay nada que sea demasiado. La insatisfacción recorre nuestras venas, quien lo niegue estará diciendo que sólo la carga positiva existe, que todo es perfecto, que acá no falta nada. No escasea la vida, tampoco la muerte. No escasea la pólvora, tampoco la poesía. No escasean los libros, tampoco los lectores. Pero es algo innegable: la realidad nunca es suficiente para lo que estamos buscando. Todo nos llega por partes y hay que armar un rompecabezas, un mosaico que sea guía y clave al tiempo. Y para colocar las piezas donde es, cada uno de nosotros debe saber una sola cosa: el tiempo es oro. 

2 comments:

Silver Editions. Colina Revista. said...

En mi tesis sobre Vila-Matas puse por ahí, sobre Bartleby y compañia: Hay una idea constante en todo esto de la escritura del No, resumida en la imposibilidad de las palabras por asir el mundo, la realidad y su belleza.
Parecio a parte del sentido del fragmento del señor Ernesto Kiyoti. No encontré nada de ese señor. Es un seudónimo nuevo, además de Chano?

Chano Castaño said...

Si, es un nuevo pseudónimo; algo esporádico, mestizo.