Thursday, November 02, 2006

¡Jungle Music!

Por: Andreas Casta

Parece que los tambores volaran por el dedo de un gorila verde y que su voz atrajera el corazón de un patriarca, la sangre de toda una dinastía de goce.
¡Jungla! Grita la noche cuando los seres aparecen en los árboles tras el rito de los parlantes y las luces, habla la calma cuando la risa en constancia desvara la tristeza y la vuelve violeta.
Ruedas por los vientos de una presión bajo el corto rayo y saboreas humos de sabor vainilla-semilla.
Sabes que caminas por las boronas masticadas de amigos hipersupercalidoteidosísimos.
Pero no entiendes porqué así los llaman.
No sabes ni a quien persigues.
Bajo la noche (nunca te dejas)
Bajo los discos (nunca te llevan)
Bajo los fieros (siempre te alejan).

X, sales del viejo bolsillo del patas o del tierno vivir de un danzatorio.
Nunca llegas tarde y siempre justo a la cita con el fuego, con las damas y la mirada lejana, cercana, mediana, surtida de pupilas diosas y ensueños de risa.
¡Jungle music!
Y el irreverente plagado de pasos salta de una imagen a otra, brinca entre sus propios casetes que adivinan la sinfonía de su mitología africana, negra, de la selva que anda impregnada en todo corazón latiente vivo y que no suelta su paladar rumbero y su felicidad narcotizada y perfumada.

…El gorila verde aparece con damas de prendas bárbaras tras el tesoro de su demencia, con los tambores volando alrededor de su mano, y éstos se ven como mariposas al viento en pleno vuelo, en pleno cielo.
Los sonidos de aquel verde de hojas que pertenecen al origen, y los ruidos y melodías que transmite el silbido del grillo y el rugir del león, son los mismos de las mañanas en las que la velocidad feliz ataca con la alegría más parca, con sinceridad calmada y paso de burbujeante agua sangre.

¡Jungle Music!
Y la mirada en pleno vuelo del día-noche no sale de la impresión linda-frita de estar viva.
De estar en plena selva en el rubor parsimonioso y gris de la calle.
De estar con la música que pone a bailar a la vena soñante de cada luna,
de cada mico,
de cada andante apasionante.

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