Thursday, November 23, 2006

Nostalgia

Por: Nicolás Corrales.


Supe siempre llegar extraviado, distraído de males, sobre esos
espesos jardines de extensas estepas violeta cual tálamo los
sentimientos fallecen y las fantasías avivan, hallando el oculto
nido donde la parda luz ha alcanzado la maravilla en fatales
eriales donde se ha resuelto la soberana noche que impera en las alturas.

Ya el sendero, a mis pasos, se ha ensombrecido y yo más cansado por
mis angustias que por la indeliberada ruta, he tocado los confines, los
más abandonados, donde nacarados licores se deslizan profusos regándose
en riachuelos, el glorioso cáliz de un vagabundo quien desea recobrar en
los más hostiles respiros los delicados recuerdos del alma.

Bebido de néctares recónditos, he caído embrujado en los florales que allí
osan a crecer en pena, vestidos de luctuosa y apacible divinidad, ellos me asedian y me hacen descansar en tierra más fúnebre ¡que no se funda belleza en el corazón! Porque de la manera más prieta mi ánimo ha sido atravesado por una nostalgia excitada y por un pobre amor ¡que no se irá!

Y mí cuerpo se ha rendido ante el deshabito de la felicidad; saber que he convertido mi existencia en una crudo descuido, que de la dicha yo he olvidado
los adagios y ya buen tiempo ha pasado desde que enmudecí las glaciales oraciones: Pétalos nocturnos ahora me engalanan, mitigando uno a uno los ardientes latidos, hilando uno a uno ignotos sentimientos que navegan.

Debo haber conquistado, bajo lamentos, el sueño, entre encantadas flores,
las más primorosos a mis ojos que se han dado a la profundidad; me he ido,
sin mayor peso, con los arrojos de una brisa muerta donde yacen ocultos
aromas de inciensos infernales; mi cuerpo, arrojado a bálsamos se lapida y los rayos de un amanecer nunca acá lo tocarán.

Bajo un tul de consumidas hojas negras, escondido estoy tratando de distinguir las horas del día que trascurren en una sola luna guardada en un velamen de brumas que soplan silencios monstruosos que resignan mi soledad, mi fiel y humana disputa ¡He escuchado en la afonía del tiempo las horas próximas a las revelaciones! ¿Ennegrecidas señales han de ir a mi encuentro?

“Fantasías dionisiacas, de este hombre herido, te han traído a mi lado y he recostado tu cuerpo al amparo de mis brazos y tus ojos que no me dejan, tu boca que no me suelta y mi mano prevenida no atiende la fiebre del corazón.
Y en tu vientre veo una sola luz como el albor que ya buen tiempo no me baña
Y te acaricio y tú sonríes como si en verdad quisieras verme con vida ¡y tu vientre que me conmueve humanamente! Y ahora despertar para…”

He repuesto mi ánimo para nuevamente ver las féminas violetas
que han de ser ahora, cada una, una lira enamorada que a la
inspiración abatida encenderán su conciencia bebiendo otra vez
los hirvientes líquidos y arrancando otra vez las ennegrecidas corolas.

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