Tuesday, November 14, 2006

Naturaleza

Por: Nicolás Corrales.

Naturaleza

I

De repente hasta la misma naturaleza me es amarga
son los estupores de una vida que transita intratable,
es la mente que no se embelesa de calma, lasitudes
que se hallan en los desordenes del corazón.

A veces, en las ideas de la riqueza, se ven
más brillantes los astros, se adultera la conciencia,
se mistifica, y ¡oh grandísima caridad!
que te resignas a una indiferencia

Y hay andariego solo me acompaño de una ferviente
sombra que me atraviesa precisa con apolónidas sensaciones,
frialdades frescas y antiguas, que convienen emigrar la dicha,
llevándola moribunda, con uno de esos vicios de la devoción.


Advertir en el corazón la extasiada existencia
¡ay deseo nacer sin un solo luto y sin afectivas quejas!
Que me asalten los lujos de la virtud y las distinciones
del ingenio ¡Paz!


II

Ya en un principio Bogotá eh descubierto. En cada persona
está la ciudad. Y todos somos tan frágilmente reducidos
a la igualdad.
Pero, en efecto, los confines de esta tierra
han de sacudirse de las anomalías morales

Me encuentro de la mano de esta sensible familia,
que ya no llora sobre el engaño y el crimen, que de
la borrascosa simpatía alza su infame libertad
y que de toda pena le es feliz el injusto amor.

Pero me siento contagiado en lo que atañe
a las facultades del alma, por ello no atiendo
esas formidables orlas con que se ah abrigado la capital,
soy un invidente del buen espíritu,


Entonces no reconozco la prosperidad y el encanto,
la humanidad y modestia, la resiliencia y vida
de esta tierra que se concibe reveladora
bajo este mismo y pasajero cielo.


III

Lejos yo, un desierto con una luna propia, camino,
encogido y mojado, empapado de costumbres
y todo eso que la gran mayoría maneja vulnerablemente;
la cultura e ideas de urbanidad.

Sin embargo la moral, del que en un principio fue una luz
considerada en los hechos de un paradigma en el universo,
ahora en pobre tierra mantiene está como una insidiosa
manifestación agredida; Un gran siglo de la “hiper-realidad”.

He querido resistirme a pensar en estado, esto junto a la
nación es un compromiso muy grande, de allí mido
mi ilustre ignorancia. Nunca tan hidalgos propósitos
habían importado tan poco ¡Mi ansiedad no es la patria!


Una lírica presa y legitima que advierta los estados
del pueblo, esos son los menesteres de los instruidos.
A mí aún me empaña la existencia y las fragilidades
humanas y los vicios que no eh de otorgar al compromiso.


IV

¡Ah humanidad doliente y ambiciosa, ah familia, ah amigos,
ah amor ustedes son los responsables de la patria! Ustedes
a los que la escasez y sueños de lejanas tierras los acosa,
ustedes que la libertad cazan con clementes oraciones


¿Acaso la estulticia de los asuntos modernos es capaz de
deformar diligentemente nuestra idiosincrasia amancillada?
Que suceda si ha de suceder la germanía en cada uno de nosotros,
que no se medite sobre la divergencia social y la ciencia apresurada.


Así, de este u otro modo, iremos olvidando los discursos y las
pretensiones fanáticas y fuera de acción. Alejémonos de las
consideraciones que nos aquejan y salgamos tras las luces
de los altos continentes que son más brillantes en nuestra oscuridad


No son mis penas ni mis más rapaces sentimientos quienes hablan,
es el deshabito que traen estos tiempos. Es la poción ociosa que se
nos ofrece. Penuria, carencia y deseo que sea para el hombre, esa
será su naturaleza y su más deseada alegría.

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