Sunday, April 22, 2007

al otro lado

Por: Andrés Castaño

Es…

…Es como un vacío en el pecho, como una danza de hierro que cruza de mi corazón a mi vértebra, como una piscina sin agua en la que sólo hay pájaros muertos, como una botella de rabia llena de sangre, como un disparo lento y tortuoso que destruye hasta la fibra íntima, como mil tigres quemados porque sí, como el viento tóxico que ya no se reconoce a él mismo, como la selva sin árboles ni ríos, como la Tierra sin dolor y sin placer, como la carne insensible que se derrite en el ocaso de la vida, como un vidrio roto que destruye otro cristal, como algo, algo que no se cómo llamar, tal vez por falta de palabras o de poesía o por la carencia de inspiración para estas líneas, no lo se pues es como el mar sin olas y sin arena y sin palmeras para cubrirse. Es como yo todo, es como tú eso que no conozco. Lo peor es que ya no me esfuerzo por resolver tus enigmas, es como haber entrado por una puerta y desembocar triste en otra calle.

Saturday, April 14, 2007

El deseo complejo

Por: Andrés Castaño


Mina ironía de palabra.
Oníricos casquetes en llamas de polvareda ausente
que disparan espejos de imágenes
en cañones de plumas desplumadas.
Dentífrico de versos y arte de caminantes
que vuelan al cronos de piezas una manecilla loca.
Hoy caemos muertos
y hablamos para adentro.

Preguntas (lagunas)
Respuestas (senderos)
En eso llegó el papel silencioso que desee imaginando
la pintura del Antedelantista,
regada por copas oda en corola
y bebida por cuencas y sesos:
cerebro en volcán desesperado de trilios y claveles concretados.

Paso atrás en nombre de tu corazón,
visión que llega de lo alto,
la infinitud es un kilómetro de huesos.


Corramos junto a las bailarinas que olviden el quieto
naciendo entre los vientos y brillando cual oro
en la eternidad de Helios,
burbujeante, sangre atiborrante,
desnuda beba mujer,
desnuda emprenda.
Hoy caemos locos
y hablamos con un puñado de ceniza y electrodos en la boca.

Mina ironía a la palabra,
cuestión de ocultar y pelar el cobre,
asunto de valientes y miedosos.
Tiemblan las carnes ya muerta una causa,
no importa, no llega.
Todo es un poema.
¿Es esta la gran oda que esperabas?
Sí.
Sepúltate de vida y nace una frambuesa.

Deseo sin sexo ni carnes o nervios.
Al otro lado de la orilla
siempre
tu alteridad pagana.
Por. Andrés Castaño



La despedida del poeta


Leyendo poemas
Llegan trenes desde páginas habanas
Entrando sin gloria ni cierto en un túnel
Sentido en ocasiones como el sema de anémonas vagones.

Entre renglón y renglón
mil rieles cruzan la nación de mis paredes
sofocando el destino de dos segundos ya seguro;
en mí auroras de colores y primaveras bailarinas;
mas esto, mas ello,
resultado sin final
es la amalgama de mis versos y los tuyos,
magia metida entre dos puertas,
bloque pergamino que olvidó ya las cavernas.

Una caracola de escaleras me busca en la frente;
allí siguen los trenes, míos y de todos sin momento,
tuyos en el arrebato de los versos y del mundo
cuando carne huesos y ojos que porto sólo sean liento.

Sentado siempre empuñando el cálamo
Parado hoy trazando el mapamundi de mi orbita
Corriendo, Corriendo, caminos infinitos de eslabones mariposa.
Poesía infantil juvenil y senil. Sin tiempo.
Como dijo el gaucho ciego
La vida no es el recorrido de los nervios.
Ironía de hilaciones nunca Aracne
Hoy escribo un cosuelo más para olvidar las sensaciones.
Todo yo ahora una mácula de viento.

Tuesday, April 10, 2007

Carta para la turista (mi mejor poema)

Por: Casino Black-pokar


Te regalo mis ojos metidos en cajas de terciopelo tigresco y te digo que los pongas en una rue parisina o en un guetto de Ámsterdam, te los doy con la mano cerrada porque ayer las abrí para liberar pájaros y un águila con pico de cuervo tocó la lira que silenció mi tacto al tiempo que mi relato se derritió en una huella digital de barro y polaroids borrosas.

Levántate en las mañanas cuando estés al otro lado y mira el cielo para buscar la grandeza del caos hermoso y bañado en aceite en el que vives, observa debajo del asfalto y allí encontrarás la primera letra de un poema, busca en la punta de un clarinete y una espuma blanca será el mapa que deseas, después señala puntos cardinales y parte en cuatro el cuerpo, dale a cada uno lo que es suyo y la unidad transgredela, déjala en una matera que entierra cucarrones.

Al caminar por Oslo y beber en Londres, mira debajo de los párpados y tras las puertas de las fábricas de chocolate, si estás de suerte un amante Romeo te enseñará sin desnudarse el olor del amor y el sabor de la sopa-novia, si estás bajo la falda de una escalera o en la boca de un gato ciego, de pronto te encuentras al Diablo violando a María mientras Jesús ebrio se come las uñas del miedo.

No importa todo esto, aun así ya eres un semáforo pervertido por la primavera y la mierda de las torcazas, rojo para quien llega con la boca y la nariz dormidos, amarillo amarillo amarillo, desierto que nació de un pincel afortunado en las manos de un drogadicto que mata musas, verde colino y verde oliva, naturaleza furtiva, vomito de dios que huele a margaritas y tierra suave, un cactus es un drelo que se carbura en el silencio y un río se trae entre su fondo el espejo de la eternidad en mil pedazos.

Turista hermosa, en cada baleta guardas el mapamundi que recorres con un brinco espabilado, saltas de Berlín a Barcelona y de Portugal a Reino Unido, olvidando el pasado que trae contigo el comienzo de una gran historia que escribiste en la ciudadélica de mis palabras, estas que se levantan como abejas cuando la miel de tus ojos las endulza, las mismas que me repiten que no muero tras los huesos y los músculos. Soy inmortal, pero te vas para nunca más volver igual. Te digo esto acá en frases de agua-sal sabiendo que puedo mentir al decir mira esos diamantes y aquellos cristales. Menos mal son palabras mi Laura, menos mal son fantasmas.
Mi mejor poema nunca lo escribiré en papeles porque por el Centro ya lo llevo de la mano y me da besos con sabor a danza y lágrimas.
Mi mejor poema eres tú.

Des-cuadrado

Por: Casino Black-pokar



Des-cuadrado

En esta realidad, tan parecida al agua, hundimos todos los pies y las manos, para secarnos después parsimoniosamente con el velo del olvido y el azar.
Acá en la ciudad se vive en una laguna picha, los ojos nos parquean en la línea amarilla de los cuadros y éstos nos acontecen la vida con cadenas sueltas e invisibles. Al fin y al cabo eslabones apretados por la velocidad, nos ponen las manos color vino de beberse nuestra sangre y venden esclavos con moños de tela en la garganta para trabajar en minas de papeles y signos; y al fin y al cabo nostalgia es todo esto, además de culpables ciegos y fuera de todo mudos, con el sentido encerrado en una caja de vidrio que viene traída de un país incierto:
[Mutisma.


En el reflejo del espejo cada día se desfigura más mi imagen, no siendo asunto del tiempo, sino de cuadriculas perdidas en la pared y la sombra de cada gota de alegría y energía, como si desbordarme en un río de peticiones al mundo fuera el pecado mortal de la vida. Hay cosas que solo nosotros entendemos, fuerzas galácticas que entran por la puerta abierta de la frente y la piel, transponiendo una materialidad al collage de caóticos colores que habita como una cometa en el centro de nuestro ser.
Afuera pueden ser piélagos de un mar visto mil veces y adentro, ese cosmos infinito, es una pelota de lana que se cristaliza en el abrazo de un disparo de lengua rojas con su víctima.
Descuadrado sigo en el rigor de esta parafernalia sin sentido. Transgredido, todo desadaptado al instante de ser apto.
Así es el mundo y de igual manera sus Visores y Sensores.
Tan lunáticos en el rompecabezas de los días
que duran una eternidad armándose entre abstractos.

Sunday, March 25, 2007

Al Poeta del Mundo

Por: Andrés Castaño.


Si resuenan las banderas y la épica se hunde en los maderos de un barco oscuro perdido, será clamor tu mirada, hombre caminante y conductual, será incendio en la vorágine nauseabunda que te rodea y abraza. Llamarada en tu sangre un amor fundó, tal vez, por temores a la pluma que culpaste de tu desgracia, la misma que colabora como espada que lancina y antorcha que ilumina noches.
Nocturno perdido pero nunca esclavo, batalla permanente, nunca deslumbrado con la parafina eterna del tiempo ni cercano a la misericordia; gato ciego, andas tus huellas en la sombra de las mismas y gritas en corzo la podredumbre de las manzanas que te lanzaron y comiste. Hoy te caes valorado por morados balines y lanzas de terciopelo para morir coronado por Lucifer y Buda en el caldero de agua fría que te espera fatigado de locuras y con vahos melancólicos espesos; carabina de casquillos, disparas estrellas de opio y olvido para volver poema un hombre, y te recargas con esperanza y dolor, rapsoda del 2000, para luego volver a la carga con la boca llorosa y los ojos cerrados.

El mundo se aleja con sus montañas y en el silencio habita su éxodo lacrimoso, ya en tus venas un volcán ríe sobre las autopistas del destino, las infranqueables, esas que vomitas antes de que perplejo te ponga la avalancha. Solitario no caminas pues en ramos disecados, en simulacros envueltos por alas de cuervo rosa, te meces, parecido al reflejo que un espejo de septiembre te enseñó mientras comías la tierra con los dedos de hielo y azufre. Soldado quemado en las llagas ocres de la ambición, al tiempo que nombraste la palabra que te hizo grande abandonaste el minuto preciso en que comprendiste todo para nunca mas volver a entender; volátil máquina de huesos, ¿Por qué estiras la mano para fecundar belleza? No te creas, desnudo, el almíbar de la salvación; todo está perdido y ya lo aceptaste tatuando de cromo piel el símbolo diciente de lo que fuiste; sólo un hombre y polvo, apenas sentido y fatalidad hirviente.

Al poeta de la esfera de azul y verde lo acontece la catarsis mientras la neblina tóxica de la ciudadela le va matando el cristal de sus versos y le roba las uvas que alcanza bajo lo inestable de sus emociones; alegría pintada con óleo nacarado de hipocresía, ni juegues a intentar, sólo haz lo que venga, y a todos por igual, como si la muerte hubiera dejado su hoz en la sombra de los naranjos que perdiste mientras fumabas un río. La eternidad se pasea entre tus relojes; abandónalos; y la tragedia te la encuentras en la esquina cuando avanzas sin parar en este círculo ebrio de armonía y mar. Nada suicida, nada en las perlas que en su lúmina cegan tu nudo en la garganta.

Saturday, February 24, 2007

Carta a la bailarina

Febreo de 2007

Dicen que detrás del río hay un jardín de rosas negras y moras rojas. Hoy anduve perdido y encontré ese lugar que similar al paraíso me alumbró los ojos. Luz perfecta y llana, lúmina furtiva. Elevas percepciones y calmas muros. Morgue de mariposas que viajan a caer en las cascadas de plata, de oro, de tierra; ahora entro bajo la raíz de tus trilios, trópico invisible, me recibes con manzanas llenas de jalea y trigo seco.

Y detrás de ti, en las profundidades remotas y en tu última garganta, encuentro fragmentos de naturaleza muerta y de tigres blancos; me deleito con las frambuesas enterradas y con la piel de felino manto a la vez que compongo con el silbar una obra musical perfecta, de violines grillos y alacranes ocres.

Pero nada de esto me quita el agridulce de la nostalgia, esa que igual al ave quebrantada me llega en plumas sobre el rostro; y yo soplo, hablo poemas, para alejar las luciérnagas que dibujan tu boca y los vuelos que deletrean tu silencio. Paloma burbujeante de llanto y azúcar, pones tu nido en donde antes había latidos y sangre vulcana.

Salgo de la cueva y al instante mismo en que lloro parecido a los fantasmas, siento el aroma de las lágrimas secas por el poder de las palmeras y el sabor del viento que ni se palpa. Mi ojos se levantan y en lo cristalino fino del río aparece tatuada una bailarina, o bueno, su mirada, porque su cuerpo lógobre y triste y su baile épico y moderno, son todo esto, todas las hojas arco iris y los tallos de champaña, todas las ardillas de sabia y todas las panteras que bajo la vorágine llegan ocultas.

Tomo una piedra, a sabiendas que pesa más que un planeta, y rayo la poca de arena con una canción que es gemela del amor. Escribo las palabras que todo esto me enseñó y las leo en el sonido de la ocarina y musgo que mi perímetro emite. Alcanzo a decirle al par de ojos verdes que tengo de luna y de sol, que no olviden dar tibieza a mis movimientos y erotismo a mis recorridos. Y llega la noche, con uno de los iris cromo montaña, para alcanzar a ser testigo de esta agonía, de esta tortura. Porque paraíso que hay detrás del río, yo soy la mariposa que despliega sus alas coloridas y ya es momento de irme (¿o de quedarme?), de soledad buscar en otros fueros. Me sueltas pero un cordel soñado en eslabones de danza y versos nos unirá eternamente; mucho más allá de un centro muerto o de un poema incinerado algo más no habita.
Tal vez nosotros somos azules estrellas unidas en el misterio del tiempo que centelleamos esperanzas y selvas. Mi bosque unido de tierra y agua, mi dama laurantina, te quiero.

Sunday, January 14, 2007

Poesía en mañanas y percepciones que merecen el papiro.

Por: Andrés Castaño


A las palabras.
Un día cualquiera / 1 / 07

Y las palabras me liberaron como segueta que corta un eslabón.
Me deslicé imperceptible entre su oleaje intimista
y resulté pintado como obra abstraída,
cansada, sin presura de ojos videntes.

Cada sutileza negra impresa
liberó el ala azuleja de mis prisiones múltiples y al fin.
Al fin hubo vuelo propio sobre las cumbres y los Andes
fueron pocos para mi alce de ave fuerte.

Decidí recorrer las hojas, de helecho y de blancura.
Mi mundo de frente para atrás pidió su realidad
y las traiciones que dolían en el cardio
sacudieron lomos y omoplatos.
Las sutiles, perplejas, que desaforaban lo finito de mi mente,
no eran decepciones arrabales o lacrimosa fuente que rueda en rostros.
Todas ellas serán besos que en lo que ignoro de mí,
llegaron a una bailarina sin pisos ni hilos
con verdes llanuras que sucedían en sus cuencas y corporales odas.

Y los carmesí que corrían por mis venas se vistieron de licra sin destino
y todo mi torrente sanguíneo
quedó esperando el poema que lo sintiera.
Todo yo, fui escriba que distingue su sombra entre las líneas.




La caída de los dioses.
8/1/07



Buscando lo perfecto que no conversó Dios
hallé lo claro de la frontera;
y en batalla, podra y oscura,
diferencié para lo inmortal de mi propio tiempo
la pureza del sentido promulgado por el limbo de mi verbo
y lo lindo de lo audible.

Evoqué ensangrentado la daga de marfil
que atravesó el metril de un caballero sin hipo y luché,
luché saturado por la espina profeta que cegó años mis ojos encubiertos
en pulpa despojada de sabor y amargura.

¡Ah! La lava accedió por la llaga burbujeante de la pena, que,
tratando a la razón como greda, buscó una deidad que toda sapiencia fuese
y que la lira crease desde el cedro hasta la armonía.

Primero fue el Olimpo
que ante mi egocéntrico narcisismo
se desfalcó en bruma de poemas mal cantados.
Después arribo el judío, con las barbas populares en dorados
y las palmas de palomas, con las manos llenas de disparos
que su promesa había causado.
El tiempo escrito y de lenguas para abajo
le regaló la mitad de la historia y dos robles atravesados
fueron su signo en el mundo.
Todos condenados por el altar nacarado
y listos para derramar la vida en tinajas de magia sin estilo.

Y un día sin rumbo claro, esperando la bofetada lenta de una tarde en septiembre,
apareció ante mí la Tierra, confinada por los cerros
que son viga de mi urbe y comparada,
exaltada, escondida por los pilares de cemento y cristal,
me dijo que mi experiencia de vida era un estallar del cosmos
en una botella saturada de caricias del pacifico.

Me susurró flagrante, saboreada, sexual,
que los momentos, todas aquellas obras del instante mortal,
eran pincelazos de la demencia coherente y la realidad encendida en pedestales.

Así que, navegando en la impresión que en mi garganta y genio se destilaba,
supe que la religión es el puerto de reposo del misterio
y que los dioses,
son seres,
que soportan una calamidad más allá de lo humano.

Y también conocí,
en lo que podría llamar la inefabilidad o el rugido de un león,
al dios que de estrellas nos observa, travestido de océanos y junglas,
alocado en huracanes y sediento en el desierto amarillo de flagelos
y rojo del olvido.

El sentido es el centro inquieto de toda causa escapada
y produce espectros, que locos, a todo un millar de mentes reúnen
para en coro gritar un genocidio de lo puro.
Dioses. Apenas comas en la planicie de una hoja.
Siempre brillantes.
Tanto, que ciegan.

Wednesday, December 27, 2006

Odas a la hada que toma kumis y fumka ganya.

Por: Casino Black-pokar


Nirvana 1. La pulpa de tus entrañas.

21/12/06
En las calles no hay nada más próximo que la muerte o el olor a carbón tostado, y qué decir de los vahos de la comida, antojantes y detestables al mismo tiempo.
También de esa misma manera sorpresiva uno se puede encontrar latas vacías, ojos llorosos, pedazos de borrador que no besaron el rostro de una mina, bocas que se calmaron al ser descubiertas o, a manera de alucinación, una par de gatos del color de la luna y el sol.

Para tratar de no caer en todas estas posibilidades trasgiversadas, lo único que hallé posible fue un escape, una fuga en el periplo nocturno de las esquinas y de los humos salidos de los tubos rojos, rotos, y perfectos para que el alma se vaya.
Yo, hombre de ropas muy pegadas al cuerpo y siempre con audífonos en los oídos, bailo en toda la furia de la urbe para no ser una ficha en un mal juego y para conocer la caricia del viento lleno de alientos y de fugas de la risa y el llanto, corro y miro con los ojos sin velo para darme cuenta de la oscuridad insensata que nos cubre y para saborear con cansancio una copa pequeña llena de tu sangre y del limón roto de tu amargura. En el bar de mis paradas eres un loto bajo el funeral de un charco.

Simplemente una tarde que se cansaba con el frío vi que tu soledad te abandonaba por la amenaza del filo de mi sombra, y tu viste que una cabellera roja partió de mis adentros por la furia de tus besos y la alquimia de tus ganas. Nos unimos como moscas a las flores o como miel a los pancakes; nos separamos bajo la saturación liza y plateada de la luna; y para qué?
……Para simplemente decir que las carnes se buscaron y la locura se abrazó a la discordia, mientras una fresa negra caía sobre un plato de leche abandonado por lobas, por gatas y animales que al pronunciar nocturnos , sepultan su lengua en el lado oculto de la luna. Tú y Yo nos caemos desnudos en un cofre de claveles y sangramos de dicha y gozamos de la furia, quemamos cada pétalo y la ceniza del fénix que los dos encarnamos en tu sudor, se arrulla bajo el alba y su azul indescriptiblemente brillante, saturado, tejido por los gemidos del vino y la pulpa de tus entrañas.


Nirvana 2. Non Stop.

26/12/06

Desde la tierra de los hongos tu voz un poco embotellada me creció la sapiencia y el sueño nocturno. Como banda sintética de energía, cada una de tus palabras me hizo llover acá, en esta Bogotá muy fría, un poco de consecuencia color pólvora y miradas, simples miradas callejeras y puestas en el regazo de mi recuerdo.

Nirvana, no sé por qué te veo en ocasiones tan alocada como una hoja amarilla perdida entre los dedos de un búho que vuela en un parque azul. Verdes se pintan tus labios,
suaves alitas caen sin fin.
Vives los días a diario, con humos y vino,
pero sales corriendo en abril.
La cascada pintada de tu cara de antes
crea un estigma y borra el cenit.
Y no solo el cenit sino lo reversible de toda esta realidad pendiente, lo irreparable que pudiera tener el hastío que a veces te produce todo. En muchas ocasiones temo caer en tu gleba odiada o en tu masa huérfana.

Todo esto parecen ideas dispersas y no creo que alguien pueda entenderlas mejor que yo. Pero mejor en cuanto a tu presencia, porque sin tus ojitos vino con bosque de hojas rojas, no puedo ya tan fácil ser amante y burbuja de tu cardio en la sangre que me desea, menos me puede ser permitido.
¿Qué hago con el poco de desgracia que me toca, con la faena interminable de sables que arrinconan tus movimientos, con la servida oceánica de tus labios?
……Contéstame, gitana que hueles a sudor azucarado de éxtasis, mujer saboreada por la música de máquinas con filtros, silencio femenino, abrazo parqueado en los hoyuelos de mi cuerpo y de mi alma.
Pare, señorita de claveles verdes en las uñas, por favor, su embestida placentera de cosquillas con corchos de oro y su mirada agónica de sexo. Pare lo que la detiene para tenerme.

Saturday, December 23, 2006

Nirvana

Por: Andreas Casta

Si a Nirvana la conocí
es porque a los gatos les gusta la luna
y a las estrellas les encanta rebotar su luz en el pavimento.
Si a la muerte llegué por el costado derecho
tal vez la hoz sea ciega y no perfore mi costilla,
o simplemente, bajo el clamor de una grito mazoquista,
llegue e besarme con un olor a perfume que salga de su carraca
como polen de lotos caídos en pantanos verdes.

Quiero creer hoy mujer que nada de tu transparencia fue planeada para enceguecerme
ni que mucho de tu causa fue creada para ultrajarme.
Quiero pensar, más bien, que tu sonrisa de alas de águila y tu mirada de bosques de vino
es una señal perfecta en la que vi una posibilidad de besos,
de caricias, de palabras, de locuras.
Blanca dama perteneces a la nocturna incauta de tu pecado
y te estremeces bajo el temblor sincero del aniz o la cebada pendenciera.

Hay algo que pasa dentro de tu cardio y el mio
en el momento en que sobre mí
te colocas como sábana de levedad perfecta.
Pluma tranquila que no trotas la brisa
haces braza naranja y violeta mi sangre y mi carne
mientras en la fuente de lino de tu espalda
cae mi mar de lágrimas y salibas ardientes.
No sé a qué momento del tiempo perteneces,
pero sí sé que los dos somos unas líneas perfectas sobre un mesón de madera
y bajo el círculo de una Quartz de oro o de mermelada de mora.


Te digo todo esto, profundidad demente que bailas en marmol,
porque el alcance de mi poesía sólo roza el filo vacío de tus ternuras
y apenas toca, como una punta de alfiler calcinado,
el poco de azufre que dejas botado tras el humor de tus gemidos y tus sudarios.

Friday, December 22, 2006

Prólogo del urbanauta

Por: Andrés Castaño

La ciudad es un crucigrama que nadie resuelve,
un acertijo que se divide en cuadritos verdes,
negros y grises pero que no puede ser tocado por la tinta
sino por el agua de la lluvia;
las gotas de la tarde
escriben sobre los andenes y tras los pasos de caminantes
abandonan una historia.
Un relato oscilante entre lo trágico y lo patético.

¿Será que soy una pregunta que se resuelve en el instante
[en que se anhela?

…Apenas llego para lograr un humo áspero o una flor amarilla.

Wednesday, November 29, 2006

Vodka Ginebra y Letra

INFIERNO

por Nicolás Corrales

Condenadme alma mía a hallarme vivo en el infierno
Toda existencia es un buen abismo ¡culpadme de maldito!
Dejadme a mis culpas y mis penas, dadme a la nostalgia
pasos hoscos me guiaran a los umbrales de mi soledad
ya he sepultado los decoros del amor, la ilusión, la propia fe.


Liberadme del cielo alma mía
quemad su velo mentiroso de mis ojos, son azules dilataciones engorrosas
su gloria se subsana de adustas angustias, su júbilo esta en la pobre esperanza.
Desafinad su serafín melodía de mis oídos, es una sacra indulgencia timorata
es el malestar de mis miedos que ahora ennegrecen infames.


Partid a la oscuridad ¡alma mía! tomando la ponzoña del maldito
Buscad la libertad, desalojad toda luz del corazón
Allá, indiferente, andad entre los demonios más fantásticos
y aprended a respirar sin cubrirte de llagas de amor, la ilusión, la propia fe.


Toda aurora es un misterioso castigo, todo ocaso es un marchito deseo
Escapad con el peso de lo que fueron tus emociones mas dóciles,
corromped su sello y salid como cual fiera en las negruras
mientras acallas estos dolientes jadeos lastimeros.

Monday, November 27, 2006

Mundoblanco

Por: Daniela Sanzhez

Mundoblanco


Mundo blanco, exterior y blanco,
sordo partícipe de las guerras ganadas,
eres nada y yo soy lo que quieres que sea.

Llueve tanto que dueles,
y cuando callas ya no sé
si eres el verso de la nada.

Pueblo inútil desvanécete sereno,
llano, inquieto, sórdido, real y muerto,
desvaneces sin sentido más permanece escribiendo
lo que agarro de la ironía de mi alma.




Huyéndole al deseo


Qué pensar qué reír que hacer si no soy nada,
qué expresar qué vivir en que terminan las miradas
soy materia inconsciente de las noches tan odiosas,
silenciosas pueblerinas del silencio que provoca,
encontrarte entre la histeria, la miseria y la ironía
en los huesos de otro invierno y el pasado que aún respira
y dejarte para irme, e irte lejos para siempre,
si las vueltas nos detienen nos iremos igualmente
porque no somos materia, porque no somos lo mismo
porque existe una barrera entre mi sueño y tu egoísmo
porque cuando me buscaste no escuchaste mi llamado
porque cuando me invitaste me encontraba en otro estado,
porque existe mi finito y tu ser aún es ausente
en donde acaban tus palabras y en donde empieza tu tangente.

Saturday, November 25, 2006

El Antedentalismo Ciudadélico

El Antedentalismo
y la Ciudadélica.

Una perspectiva de un escriba que sale de los humos azules de su palabra y de las caminatas beodas en el
[alba.

Por: Andreas Casta.


¿Cuál es el rol del artista dentro de esta ciudad perdida en sus cabales sueltos? ¿Cuál es la Gran Causa que esgrima el pintor, el actor, el escriba, el músico, el bailarín? ¿Cuál es que no la encuentro?

Estas tres solían ser mis preguntas cuando caminaba por la calle y veía a un hombre danzar y a una mujer cantar bajo el sonido de su guaracha triste, lejana, como lo estaba el cielo de su mirada y la Tierra de su conciencia. Y aunque muchas de las veces que vi la misma escena encontré alegrías y frustraciones, en ésta en especial había algo que capto toda mi dispersada atención; era esa esperanza de caos agónico que había en las pupilas de la joven dama que apenas lanzaba sus notas al aire y derramaba toda su energía por unos oídos invisibles, era ese temblor foráneo que solo yo percibía como un un viejo lobo que sabe que nada desaparece de su conciencia. Ante tal cuestionamiento encontrado en la mirada de esta creativa del canto, me di a la tarea sin lógica de preguntarle por qué tenía ese movimiento corto entre su esclerótica y el párpado.

La respuesta fue contundente, altisonante y elocuente. Primero, me dijo que la imaginación de nadie valía ya la pena, que todo el mundo estaba tan gastado entre la noche ordenada por los medios y la mañana controlada por el tráfico, que apenas se daban cuenta del odio y el rencor, del celo y el agobio. Segundo (y esto lo dijo con un dedo en su boca; parecía fumarlo, parecía quererlo arrancar de su mano), la persona que entre calles de Centro, Norte y Sur, Occidente y Oriente, anda, sin el preconcebido aviso del orden, está propensa a sufrir un ataque de inefabilidad por parte del mundo, que, invisible ante las mentes toscas, quiere aparecer en el alba inspirando odas. Tercero (y aquí sacó su dedo para ahora meterse otro; pero éste de nicotina, alquitrán y un poco de canabis) las mujeres y su amantes, que pueden ser desde una pluma hasta una carne blanca, son elementos dispersos dentro de la cotidianidad que busca el unísono de toda un causa no propuesta aún, y que necesita de su ayuda para unir eslabones perdidos en la carreras, en las calles, en los mercados, en las ollas, en los bares, en las tiendas, en las librerías y en los edificios. La causa de la ciudad necesita a sus eternos querendones de esquina, a sus redentores de cariño perdidos en copas de ginebra, cebada y aguardiente cosmopolitan.

A toda esta charla ya no le di alargue, simplemente, como luciérnaga que va al pantano, me metí en la oscuridad de un túnel de tantos. Allí, sin razón alguna de llegada, me senté a mirar pasar los carros.
Mientras escuchaba el sonido de motores y de fábricas, de gritos de escolares en las casas y el trino de pájaros sin nido, me percate de la falta de urbanautismo que tiene todo el mundo. Carencia que reside, no en saber que la ciudad existe como tal, sino en no conocer que es un espacio de goce e inspiración (y no me refiero al entretenimiento barato ni al rumbeadero de ebrios ególatras) sino a el arte arquitectónico de diseñador podro que es esta Bogotá no planeada, tirada en los abismos del progreso intransigente y empedernido.

Me salí del túnel y caminé hasta cuando mis pies pidieron un descanso a su recorrido sin tregua. Ahora, sin saber realmente dónde estaba, me quedaba esperando la tarde, el olvido de la madrugada, el inicio del nocturno. Y es que, si la ciudad carece de amantes que la habiten sin tregua haciendo de su cinismo carta de presentación, hay una luna y un nocturno que se aman para saborear los besos logrados por las bocas ebrias de los que sí, a manera de jugadores del azar, prendieron la fiesta en cada anden de la Bogotá fumada en postes de alegría y escrita en papiros sin color habano.

Precisamente de ese sujeto noche y esa dama blanca fui víctima por no preconcebir el orden, fui presa de toda la Tierra, fui un pez en el agua de la Séptima que al mirar el horizonte, se sintió como una hormiga y vivió, en un instante paralelo a la eternidad íntima, el punto de equilibrio entre estar vivo y darse cuenta de ello; es decir, me di cuenta que se me podría clasificar como extraterrestre o nada y daría lo mismo, al fin y al cabo, la lucha no era de términos sino de sentimientos, de sensibilidad profunda contra pilares de realidad acostumbrada y vigas de continuidad estable. Lloré, como nunca antes por una emoción lo había hecho y, al mismo minuto en que mis lágrimas al asfalto se caían, una idea me vino a la cabeza como gota sobre su sombra o cuervo sobre su presa.

La idea apenas era un sentir, un estallido de luces intermitentes de razón y de locura. Y lo que valía la pena decir de ella no era su existencia sino su contenido, que, a manera de presencia letrada, me dijo que la Imaginación del urbanauta está atrofiada por su gran cinismo metafórico y su humanidad esclavizada por lo plano, por lo llano de los cristales, de las pancartas de guerra, de las canciones de violencia. En resumen, un poco vislumbrista y poético, me dijo que la ensoñación, perdida en el atrofio de la mentalidad, era la calve para sacar al ciudadano de todo ese nudo sin fin y comienzo en que lo encerraban los edificios y paredes, las avenidas y las calles.

Ahora escribo esto mientras en la punta de un cerro miro la Ciudadélica bogotana y pienso versos en trino y alucinaciones en prosa. Pienso, que entre más ensueño mi ciudad enajenada de ésta, más la misma se apropiara de razones para darme alegría, felicidad y energía; todas en dosis de bebida magullada por el labio carmesí de una mujer desnuda en su placer, insertada en el olvido de sus propios besos. Los que me olvidaron cuando canté tras el muro de toda una realidad construida en la velocidad de su presente y en lo agitado de su olvido.

Thursday, November 23, 2006

Nostalgia

Por: Nicolás Corrales.


Supe siempre llegar extraviado, distraído de males, sobre esos
espesos jardines de extensas estepas violeta cual tálamo los
sentimientos fallecen y las fantasías avivan, hallando el oculto
nido donde la parda luz ha alcanzado la maravilla en fatales
eriales donde se ha resuelto la soberana noche que impera en las alturas.

Ya el sendero, a mis pasos, se ha ensombrecido y yo más cansado por
mis angustias que por la indeliberada ruta, he tocado los confines, los
más abandonados, donde nacarados licores se deslizan profusos regándose
en riachuelos, el glorioso cáliz de un vagabundo quien desea recobrar en
los más hostiles respiros los delicados recuerdos del alma.

Bebido de néctares recónditos, he caído embrujado en los florales que allí
osan a crecer en pena, vestidos de luctuosa y apacible divinidad, ellos me asedian y me hacen descansar en tierra más fúnebre ¡que no se funda belleza en el corazón! Porque de la manera más prieta mi ánimo ha sido atravesado por una nostalgia excitada y por un pobre amor ¡que no se irá!

Y mí cuerpo se ha rendido ante el deshabito de la felicidad; saber que he convertido mi existencia en una crudo descuido, que de la dicha yo he olvidado
los adagios y ya buen tiempo ha pasado desde que enmudecí las glaciales oraciones: Pétalos nocturnos ahora me engalanan, mitigando uno a uno los ardientes latidos, hilando uno a uno ignotos sentimientos que navegan.

Debo haber conquistado, bajo lamentos, el sueño, entre encantadas flores,
las más primorosos a mis ojos que se han dado a la profundidad; me he ido,
sin mayor peso, con los arrojos de una brisa muerta donde yacen ocultos
aromas de inciensos infernales; mi cuerpo, arrojado a bálsamos se lapida y los rayos de un amanecer nunca acá lo tocarán.

Bajo un tul de consumidas hojas negras, escondido estoy tratando de distinguir las horas del día que trascurren en una sola luna guardada en un velamen de brumas que soplan silencios monstruosos que resignan mi soledad, mi fiel y humana disputa ¡He escuchado en la afonía del tiempo las horas próximas a las revelaciones! ¿Ennegrecidas señales han de ir a mi encuentro?

“Fantasías dionisiacas, de este hombre herido, te han traído a mi lado y he recostado tu cuerpo al amparo de mis brazos y tus ojos que no me dejan, tu boca que no me suelta y mi mano prevenida no atiende la fiebre del corazón.
Y en tu vientre veo una sola luz como el albor que ya buen tiempo no me baña
Y te acaricio y tú sonríes como si en verdad quisieras verme con vida ¡y tu vientre que me conmueve humanamente! Y ahora despertar para…”

He repuesto mi ánimo para nuevamente ver las féminas violetas
que han de ser ahora, cada una, una lira enamorada que a la
inspiración abatida encenderán su conciencia bebiendo otra vez
los hirvientes líquidos y arrancando otra vez las ennegrecidas corolas.

El Camino

Por: Nicolás Corrales.

CAMINO
17 de abirl de 2006.


Mas así corrí por las fronteras del corazón de un país
llevando holgada la irónica libertad sobre la espalda,
arcas de carne y viento, sangre y sentimiento
que alzan ligero el escueto consuelo de mi vicio juvenil.

Desinteresado deambulé sin atender al desnudo escritor de viejos
testamentos engalanarse de eclipsados laureles, velando, prisionero,
las cárceles blanquecinas mientras moralizado suspiraba
vacilaciones trasponiendo al oído locura al hombre.

Continué, no volví mi vista ni aún advirtiendo en los ojos de los niños
las luces de la pólvora estallando en tan candidas condiciones el día de fiesta;
yo hubiese, en tiempos más afables de cuando de mi tumba no me interesaba,
salir en risotadas aplaudiendo al cielo mientras llovía de fuego un arco iris.

Pero recuerdo que bajaron injustos hálitos enamorados ese día y
mi vida fácilmente arrebataron. Di tiempo, portándome
orgulloso para esperar el amor, pero él, más siniestro, nunca llego
y la gran herida que produjo su ausencia fue mi despedida.

¡No soporte el dolor! Fue tal el envilecimiento de la daga que
ceñí todo amor que aguardara espera., del más insignificante
al más magnífico yo me pude jactar brusca y remordidamente:
No quise escuchar los lamentos de la pobre familia.

Una sedición de sombras, para tan resistidos olvidos, para
tan placidos recuerdos, que como trampas reclaman la
memoria cuando esta duerme o enferma en nostalgia,
presumí como bendito mientras dolido mesuraba mis penas.

Y así, en aversiones, veía allá en la cima un paramento viniendo
acérrimo a hacer la oscuridad, el verdugo para con mi desconsuelo
quien sin tregua me canta mis sueños turbulentos, quien provoca
en lagrimas de terciopelo las luces de mi huérfana responsabilidad.

Tendí mi camino lejos sobre las gráciles luces de una ciudad capital,
si el ocaso fue gran enemigo la noche sería mi más fino mal, pero fue
fresca e impasible y de una hadada mano yo fui a caminar, persiguiendo
los silencios abiertos y el gran remedio para beber la soledad.

Me fié demasiado de un apasionado lenguaje en cual júbilo
ampare toda callada prosa que recitaba al verme
perdido y conmovido por tanta impresión desorientada,
donde arrojaba la embriaguez de mi destino.


El idealismo el valiente aspecto de la razón
¡Cuando me hallaba en esos fríos charcos oscuros
y llenos de ceniza con mi rostro a media luz!,
el provocativo semblante de la existencia más libre.

El cáustico reposo del corazón al dar oídos
a esas palpitas voces del espíritu errante:
Realmente suspiraba al verme perdido

Friday, November 17, 2006

Poemas de la mano de un viajero.

Se fue

Se veía venir todo tras la tormenta garrafal de su voz;
tras lo subliminal de ese sonido que ya conozco tanto
que parece que lo olvidara,
que se ausentara para atraparme a cada instante.

Se fue la bailarina y sin ella el imaginario
de instantes de corta distancia
ni el almanaque en que marque el día del menguante
para despertarla y hacerle el amor sin presura,
sin esa falta de claridad presente en la cotidianidad
en que todo amor había desembocado;
y se llevo con ella el humor latente de mis términos
y una causa cambiante para el camino.

Ahora,
que en años este tiempo puede ser piedra,
me propicié al amor con al falta de claridad
ganada de un cardio rojo.
Su flujo constante de lechuzas parcas
y su arroyo de duendes colorines
apenas ahora tras mi espalda cruza,
esperando a que yo decida
cuando detenerme.

Suplicando que toda mi falacia
no se extinga en un suspiro.




Me dijo Mentira. Me dijo Palabra.


Una amada que perdí al instante de su vacío,
sólo señaló tal vez,
la penuria de cada mirada extraviada
y el periplo de todo paso nocturno.

Sólo se dio cuenta, como si viga eso fuese de mi mundo,
de que tras mi labio loco apenas fuegos crecían como espuma
y de que en cada oda,
que intenté describir sin sentido,
había algo de hombre egoísta y de soledad derramada,
vencida por el denso llanto de placeres.
Mirada cautiva,
sucedánea de la propia imagen del pasado,
ahora me señalas por mi esencia sintética de tinta,
por mi mapa clandestino de versos a musas y besos a ninfas,
ninfómanas y águilas descalzas;
tal vez un poco más libres que mi presencia
o más acá de lo importante,
de lo sutil de un crematorio.

Ahora toda tu voz cantada para bailes me dice mentira,
me enamoré de una falacia.

Y yo te digo mi amor es palabra,
te atragantaste de poemas.



A la caída.

Para esta fecha,
en donde la muralla frágil de mi amor,
derrumbó la querida.



No hay un hueco en el centro
ni la mitad es igualdad,
tampoco la ventana deja ver
ni el ojo lo permite.

Toda esta realidad,
en su desorden ebrio de cansancio y de poses,
no se terminó de caer cuando pensé que lo haría,
es decir,
en el hecho mismo, que tras lo bueno de mi,
descubriste un tesoro de isla de piratas.


Lo abriste y apenas cuervos rosa
con hienas sosegadas te hirieron las pupilas con su ruido
y callaron la alegría que traías bajo tu arete,
tras tu pelo,
en el corsé de mariposas y hada sin varita.


A la caída, pues,
va este escrito orgulloso de sí mismo;
único y último testigo del derrumbe de un imperio de bailes
y caricias en suceso fugitivo;
sin alba ni vientos que sostengan el desfalco.
The end.


El final de todo esto se veía venir
Cuando te dije que mi boca me controlaba.

Las ordenes inexplicables que a mi mente
da lo jugoso y triste de una carne,
son exhibidas a tus ojos, sobre los pisos de los mismos.

Nunca jamás pensé preguntarte algo sobre mi soledad
acompañada de tu presencia,
de tu cuerpo tibio en un solsticio de verano embebido,
entrapado de botellas agridulces.
Nunca idealicé que fuera necesario,
ni conveniente.

Y como el mar que golpea sin fuerza porque añora ser cielo,
sin yo creerlo,
me dijiste puto,
pendenciero y demonio cargado de flechas robadas
a Cupido rencoroso y lunático.

Me hablaste como un triste verso lo haría con la tarde o con el cardio,
con la sangre o con la copa.

Sólo puse atención para no olvidar
que traigo un ramo de espinas invisibles;
afiladas, cada una,
con lo duro de una luna cauta
que alumbra una flor de loto.




Podría.

Podría escribir una canción desesperada
y acompañada de guitarras sin madera,
pero apenas recorro la distancia entre tu sonido y mi causa,
en el intermedio de lo que valdría la pena escucharte
y lo que seguramente,
si de tu lengua sale,
llegaría a ser íntimo, allegado,
familiar a mi tristeza.

Podría tomar,
en el caso dado de andar con Rock Stara,
un poco de ginebra de tierras gélidas
y un cuerpo que sólo usa el placer por conveniencia,
por apariencia y proyección de todo el gran sentido del fluido y del gemido,
de la fruta y del instante, que,
apenas abierto,
circula en la rueda del tiempo como juguete de óxido
y bala sin chispa ni venganza.

Lo peor es que apenas hablo de la pena violeta
que se encarga de mi corazón rojo,
lo único que alcanzo son sus trajes terciopelo en mármol
y las tarde en que amados,
bajo la sombra de un árbol,
nos dimos la derrota mutua en conveniencia de juerguistas del cariño
y locos debidos al alba.

Nos miramos uno al otro sin uno en un instante de dualismo excéntrico
y con olor a oda de uva sangre.

Tuesday, November 14, 2006

Naturaleza

Por: Nicolás Corrales.

Naturaleza

I

De repente hasta la misma naturaleza me es amarga
son los estupores de una vida que transita intratable,
es la mente que no se embelesa de calma, lasitudes
que se hallan en los desordenes del corazón.

A veces, en las ideas de la riqueza, se ven
más brillantes los astros, se adultera la conciencia,
se mistifica, y ¡oh grandísima caridad!
que te resignas a una indiferencia

Y hay andariego solo me acompaño de una ferviente
sombra que me atraviesa precisa con apolónidas sensaciones,
frialdades frescas y antiguas, que convienen emigrar la dicha,
llevándola moribunda, con uno de esos vicios de la devoción.


Advertir en el corazón la extasiada existencia
¡ay deseo nacer sin un solo luto y sin afectivas quejas!
Que me asalten los lujos de la virtud y las distinciones
del ingenio ¡Paz!


II

Ya en un principio Bogotá eh descubierto. En cada persona
está la ciudad. Y todos somos tan frágilmente reducidos
a la igualdad.
Pero, en efecto, los confines de esta tierra
han de sacudirse de las anomalías morales

Me encuentro de la mano de esta sensible familia,
que ya no llora sobre el engaño y el crimen, que de
la borrascosa simpatía alza su infame libertad
y que de toda pena le es feliz el injusto amor.

Pero me siento contagiado en lo que atañe
a las facultades del alma, por ello no atiendo
esas formidables orlas con que se ah abrigado la capital,
soy un invidente del buen espíritu,


Entonces no reconozco la prosperidad y el encanto,
la humanidad y modestia, la resiliencia y vida
de esta tierra que se concibe reveladora
bajo este mismo y pasajero cielo.


III

Lejos yo, un desierto con una luna propia, camino,
encogido y mojado, empapado de costumbres
y todo eso que la gran mayoría maneja vulnerablemente;
la cultura e ideas de urbanidad.

Sin embargo la moral, del que en un principio fue una luz
considerada en los hechos de un paradigma en el universo,
ahora en pobre tierra mantiene está como una insidiosa
manifestación agredida; Un gran siglo de la “hiper-realidad”.

He querido resistirme a pensar en estado, esto junto a la
nación es un compromiso muy grande, de allí mido
mi ilustre ignorancia. Nunca tan hidalgos propósitos
habían importado tan poco ¡Mi ansiedad no es la patria!


Una lírica presa y legitima que advierta los estados
del pueblo, esos son los menesteres de los instruidos.
A mí aún me empaña la existencia y las fragilidades
humanas y los vicios que no eh de otorgar al compromiso.


IV

¡Ah humanidad doliente y ambiciosa, ah familia, ah amigos,
ah amor ustedes son los responsables de la patria! Ustedes
a los que la escasez y sueños de lejanas tierras los acosa,
ustedes que la libertad cazan con clementes oraciones


¿Acaso la estulticia de los asuntos modernos es capaz de
deformar diligentemente nuestra idiosincrasia amancillada?
Que suceda si ha de suceder la germanía en cada uno de nosotros,
que no se medite sobre la divergencia social y la ciencia apresurada.


Así, de este u otro modo, iremos olvidando los discursos y las
pretensiones fanáticas y fuera de acción. Alejémonos de las
consideraciones que nos aquejan y salgamos tras las luces
de los altos continentes que son más brillantes en nuestra oscuridad


No son mis penas ni mis más rapaces sentimientos quienes hablan,
es el deshabito que traen estos tiempos. Es la poción ociosa que se
nos ofrece. Penuria, carencia y deseo que sea para el hombre, esa
será su naturaleza y su más deseada alegría.

La poeta y la puta

Para Alejandra,una porteña con olor a poema.




Corrías tras el corset de tu cintura
y te atrevías en la boca de tus clientes;
apenas gordos drogadictos,
si a caso pendencieros del dinero
o en el mejor de tus cielos,
un dios que bajó a Tierra y en esta Santiago
se quedó bebiendo con putas y obreros.

Porque lo sé ya todo mujer supremada
de placeres incipientes y agobiada por las copas de tu trino del alba
y de la noche,
de la luna y del espejo.

¡No quiero saber más tus ingratitudes!
¡Tampoco busco acerrarte en lo íntimo de tu presencia!
....Quedate después de esta noche
sobre mis sábanas de mujer amada,
ya que tú,
otriedad vagabunda de dama violada,
apenas precedes en el viento tus pesares
cuando sales corriendo
con los bronces en la mano
y el valor en el bolsillo.

Te quedas con mi cardio envuelto
en pétalos de loto violáceo
y lluvia florida de espectros de tus gritos;
te quedas para saber que nunca fuiste.

Wednesday, November 08, 2006

A los Mrineros

Por: Lauro

A Popeye

En los barcos la sensación de adelante y de atrás se vuelve un hilo invisible,
un ir y venir dentro de las sumisiones de la brisa,
un desafío al azar en los dados lanzados
por una comunidad infortunada de personas que están amarradas
al carrete del océano.
Una inmensa nave,
que como pez que no se hunde
intenta hacerle un grieta a todo el mar en su grandeza,
una fisura que lleve a las sirenas
y a las orillas menos lejanas y más de arena.

Si es que los marineros parten desde un puerto
como cuando una hoja se desprende de un árbol,
tú,
Marino,
eres una raya en el mar de las razones de un viaje,
de un cruzar el mundo en la inagotable subsistencia
de saber que no hay tierra cerca,
que lo que sigue es sólo sal y desconocimiento,
Belleza,
Presión,
Soledad y Desconsuelo bajo la luna
y bajo los astros que también vigilan los delfines
y con las eternas olas,
que son el gemir del viento con el agua amándose
en el arrullo del tiempo y de la salvedad inútil.

Quisiera tener un puerto desde el cual partieran las diferentes proas de mi barca-alma,
que se fuera para encontrarse con el navio ebrio de un francés,
de unos tantos,
de unos miles que tenían tras sí la guerra de sus propias odas,
el amor de unos corazones sólo hombres
y la caricia de un joven por un ebrio,
de un loco por un niño.

¡Ah! No sé si a Popeye o a Rimbaud,
a los marineros de Perl Harbor,
o a el capitan Nemo,
se les pueda decir que su victoria fue toda una fantasía
de color azul
y animales hermosos que bailan
en corales violeta
y se aman tras lo profundo de un mismo océano.
No sé si sería prudente
advertir que a la inmensidad del Pacífico y el Atlántico
la ensoñó Verne y todo el que relató el piélago como su ebriedad,
allí su aventura tuvo origen y suceso;
sirenas que abandonan su propia rareza
para ser amadas en la página de un escrito
y hombres que regalan bajo el trino
pedazos de su propia agua.

Lo único faltante,
rol de nadador,
tú Marino,
héroe de historias diferentes para el amor,
te sales con la tuya mientras vuelas sobre toda la confusión
y el firmamento y sabes que un viaje,
como diría todo Pirata,
significa la libertad más que cualquier placer o caricia.